La ciudad está siendo cambiada como dice Oriol Bohigas en “La ciudad, un lugar” con la introducción de la tecnología. Las tecnología de hoy en día nos permiten hacer y ser cualquier cosa, no hay límites. Lo mismo pasa con la ciudad. En el mundo virtual las ciudades podrían ser algo inimaginable y espléndidas, pero carecerán de la interacción con las personas y el lugar donde se encuentran. Tanto nosotros necesitamos de ella como la ciudad necesita de nosotros. Las ciudades necesitan del caos de la gente yendo de aquí para allá sin rumbo, de las conversaciones de vecinos, del movimiento de los coches, de los cambios… y nosotros necesitamos un lugar donde compartir un abrazo con tu mejor amigo, donde buscar el aire y el sol entre las calles, del olor de los árboles que se encuentran en la plaza por donde pasas todos los días… Las ciudades no tienen forma de poder plagiarse en ese otro mundo llamado “ciudad” virtual.

El mismo Oriol Bohigas defiende en su artículo “la superposición de funciones” que hay que intentar preservar el centro de la ciudad intentando dosificar los conflictos que en ella se producen e intentar que no se generen manchas en sus alrededores de núcleos externos. El busca intentar unificar los distintos núcleos que se generan por la diferenciación de barrios que generan un proceso de degradación y algunos de ellos se mueren por la falta de vida, y también los distintos usos que tienen cada uno de ellos.

La aparición de los centros comerciales ha desligado la vida colectiva que había antiguamente a lo largo de las calles, creando un nuevo espacio desvinculado de todo y generando una porción de ciudad comercial, dando vida a la zonificación funcional.

La arquitectura está creciendo sin control desde el pensamiento del movimiento moderno, destripando al urbanismo, dejando a la ciudad como algo irreconocible. El urbanismo ha llegado a un punto en el que no ven que haya posibilidad de cambiar lo que está sucediendo por la incapacidad de recuperar el control que se tenía. Cada día se ven menos parques, menos lugares donde pasear… Por ejemplo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde se observa una degradación en el urbanismo por la masificación de arquitectura que se está haciendo en la ciudad. Volviendo a la ciudad, un caos, como dice el autor de este artículo “¿Qué ha sido del urbanismo?” de Rem Koolhaas, la arquitectura está limitando, excluyendo, definiendo, separando y consumiendo la ciudad, estrangulándola hasta que no quede un espacio sin habitar. La única manera de cambiar esto es que el urbanismo se interponga ante la arquitectura, y se adentre dentro de sus barreras.

Si nos paramos a pensar, en realidad el hombre y el entorno están intrínsecamente relacionados, hasta el punto de que se debería conocer a las personas antes de empezar el proceso de plantear el lugar. Esto nos da a entender que antes de llegar a una conclusión se debería tener en cuenta tanto el lugar como las personas que van a habitar en él y el uso que le van a dar al espacio. Kevin Lynch en su libro “El arte de planificar” nos recuerda a parte de lo comentado ya,  que debemos también respaldarnos del pasado para poder crear un mejor futuro, dándonos a entender que lo que en un presente se planifique en el lugar, va a llegar a un futuro, pasando por cambios o manipulaciones. Jugando tanto con el espacio como con el tiempo.