Desde mi punto de vista y bajo la leve idea que tengo sobre el urbanismo (concepto que a día de hoy no sabría definir), la ciudad moderna del siglo XXI gira en torno a las comunicaciones, como la mayoría de elementos diarios en la vida de las personas. Las carreteras y calles han dejado de ser, irónicamente, un enlace entre los ciudadanos para ser simplemente un transporte hacia elementos concretos, como el trabajo o la escuela. Las plazas de los pueblos, núcleos de vida entre vecinos, tienden a desaparecer entra la masificación: la ciudades se conforman como la de suma de las soluciones a unas necesidades comunes, dejando de lado una de las que quizás tengan mayor importancia, la social.
El arquitecto se caracteriza por su intención de crear y facilitar estilos de vida, desarrollar un proyecto en el que el habitante o visitante resuelva inquietudes y mediante determinadas sensaciones haga más feliz su día a día. Las ciudades rápidas, lugares en los que confluyen miles de personas, agrupan las rutinas de cada una de ellas. Es tarea del arquitecto contribuir en la mejora del bienestar, ayudar con su obra a la puesta en valor de la ciudad, fomentar los espacios públicos y facilitar las relaciones. La sociedad, competitiva y demoledora, no nos deja espacio para nosotros mismos pero está en manos del arquitecto la posibilidad de abrir puertas. Desde su trabajo es capaz de crear una bolsa de oxígeno entre agobios y movimiento, pues en los pequeños detalles donde se encuentra la felicidad. ¿Un día malo? Mira un poco hacia arriba cuando antes por la calle y descubre una nueva ciudad en los tejados y azoteas.
Por otra parte, son muchos los factores que influyen en la conformación de una ciudad, desde la economía a la historia o la cultura. Un buen arquitecto juega con esos factores, algunos físicos como la topografía, otros sociales como la tradición. Reúne muchos de los conocimientos necesarios y posee la capacidad de crear. No se puede olvidar para quién se trabaja y qué quiere conseguir. Construir una vivienda en un barrio residencial de una gran ciudad no tendrá la misma repercusión que un equipamiento en una pequeña población. Son sus habitantes los que dan vida a las ciudades, que representados en la arquitectura, definirán nuestros proyectos.
Fotografía: Plaza del Campidoglio, Roma. Miguel Ángel Bounarroti.