Reflexionando sobre el debate que se hizo el otro día en clase, encontré varios argumentos expuestos a continuación.

         Mi primera respuesta sería un sí, sí debido a que el arquitecto es el encargado de estudiar a fondo las necesidades del ser humano para, con su trabajo, poder satisfacerlas. ¿Y qué es una ciudad sino el lugar donde habita la gente?. Las personas necesitan de otros lugares además de sus casas, donde relacionarse, divertirse y/o tomar el aire.

         La gran mayoría de las ciudades están repletas de estos históricos , descubiertos o no. Los arquitectos reciben formación para tratar adecuadamente estos proyectos, que no son una simple obra nueva.

         No podemos olvidar tampoco en estos días algo que estuvo olvidado un tiempo: la ciudad en sí tiene alma, ese alma que se consigue además de con la historia, con el aporte de la singularidad, la creatividad y el arte; pero teniendo conciencia y administrando la cantidad necesaria, sin desentonar con el contexto en el que se proyecta. Todo en su justa medida.

         Ahora bien, si nos atrevemos a afirmar ese carácter fundamental, tendríamos que aclarar otro hecho: el arquitecto necesita de otros trabajadores cualificados para llevar a cabo su cometido, por lo que quizás también sería correcto llamar fundamentales a todos ellos también. La arquitectura no la realiza una sola persona, sino un grupo de personas; un equipo donde cada papel es tan importante como el anterior. Si alguno de estos falta, no se llegaría a un resultado satisfactorio, al fin último: conseguir el bienestar y la emoción de las personas que la habitan.

fuente portada: www.city-data.com