“Los profesionales de la ciudad son como jugadores de ajedrez derrotados por  un ordenador”. Así de radical se muestra Koolhaas en este texto, mostrándonos de manera  muy dura  la decadencia del urbanismo en las últimas décadas.

En esta reflexión sobre el papel del urbanista en la ciudad contemporánea, el arquitecto pone en crisis las ideas del Movimiento Moderno, cuyo fracaso ha acelerado la degradación de las ciudades a falta de cumplir una promesa que venían anunciando.

Es así como la ciudad –en su componente funcional – resulta invencible ante cualquier pensamiento teórico y se muestra inquebrantable en su funcionamiento – ya sea el correcto o no – ante el fracaso de estos postulados. Es por eso que debemos ser conscientes los arquitectos de hoy, que nuestra tarea no consiste tanto en seguir expandiéndonos en el territorio intentando sufragar los errores del pasado sino reinventarnos a nosotros mismos, y con nosotros, las ciudades, reutilizando y otorgándole un nuevo valor a los espacios que se han ido degenerando.

Koolhaas critica también la separación que se ha producido entre arquitectura y urbanismo, pues en los últimos años, la arquitectura se ha desarrollado en sí misma, como un ente independiente, salvando únicamente sus propios intereses, aislándose en su emplazamiento sin saber ver ‘más allá de sus narices’, olvidándose de interaccionar con la ciudad, saber beber de ella, y lo más importante, ser algo para ella.

No obstante, debemos actuar ante este fracaso como una oportunidad excepcional para imaginar un nuevo urbanismo, saber ver más allá de los intereses del momento y correr el riesgo de volvernos a equivocar, para al fin, dar con lo correcto. Está en nuestras manos.