Tras la exposición de los argumentos por parte de cada una de las posturas, el jurado, teniendo en cuenta todo lo dicho durante el debate, concluyó como más adecuada la defensa del “sí”.

Ésta consistía, principalmente, en reivindicar la capacidad de organización del arquitecto; su sensibilidad para saber dotar a los lugares cualidades que aportan sensaciones que la mayoría de la población solo puede intuir, pero que son las que marcan la diferencia en un proyecto arquitectónico; su conocimiento en un gran abanico de materias; su educación en cuanto a cualidades como la luz, el espacio…

Por otra parte, los partidarios del “no” defendían la figura de los ciudadanos como la pieza imprescindible debido a que son ellos los que mejor conocen la caracterización y tradición de su ciudad

En mi opinión, considero que el arquitecto sí es una pieza fundamental en la construcción de la urbe debido a las razones expuestas y, además, creo que debe tener la capacidad de saber adentrarse en la realidad de dicha ciudad: la forma de habitar de sus gentes, su historia contemporánea y pasada… y saber relacionar dichos aspectos a la hora de proyectar. Sin embargo, creo, que es de suma importancia el mantener una actitud de colaboración con los demás profesionales de distintas materias pues es una excelente forma de nutrirse y desarrollar los conocimientos propios.