Había ciudades antes que arquitectos, así que está claro que no es una figura fundamental.

Pero aunque no sea una figura fundamental sin la cual no se podría concebir una ciudad, sí que es una figura clave en las actuales ciudades.

Son los que dotan de estética y funcionalidad a la “piel” de la ciudad. Con esa estética y esa funcionalidad pueden hacer que una misma ciudad sea agradable para vivir o no. O agradable para visitar o no. E incluso pueden condicionar la forma de vivir de la gente.

Aunque lo normal es que el arquitecto se adapte a la ciudad. Las ciudades tienen una importancia mayor que un trazado de las calles o unos edificios de determinadas plantas y materiales.

El clima, la situación geográfica, la cultura, los habitantes… son fundamentales en la ciudad. El arquitecto debe saber solucionar los problemas que puedan causar estos factores pero siempre teniendo en cuenta a los habitantes. El arquitecto no puede actuar por encima del contexto histórico, cultural o geográfico de una ciudad, y ni mucho menos por encima de las necesidades de los ciudadanos.

El arquitecto tiene que ser un catalizador de todos estos factores, aportar soluciones que la arquitectura tradicional y popular no puede aportar (técnica o formalmente), pero nunca creerse por encima de los deseos de la población, casi como un ser divino en posesión de la absoluta verdad en todo lo referente a la arquitectura.

En definitiva, los arquitectos deben ser una pieza más de las que crean las ciudades, servir para mejorarlas y ayudar a crearlas, pero siempre sabiendo que la ciudad es mucho más importante que cualquier edificio o intervención.