Los arquitectos pueden (y deben) aportar a la ciudad soluciones.

Soluciones a unos problemas reales, como la convivencia entre vehículos y peatones, la excesiva densidad de población o las malas comunicaciones de las zonas exteriores de baja densidad, a los problemas estéticos y funcionales de los nuevos barrios…

En definitiva, pueden aportar ideas a los ciudadanos, sobre todo en problemáticas recientes, vinculadas al gran avance tecnológico y al aumento de población de las áreas urbanas.

Es obvio que las soluciones de las ciudades históricas, la arquitectura tradicional, no puede aplicarse directamente sobre las ciudades actuales, pero no por ello hay que dejar de lado la arquitectura tradicional y optar por soluciones frías y mecánicas que se repiten constantemente en cualquier ciudad a lo largo del mundo, cuando ninguna ciudad tiene las mismas necesidades, sociales, culturales o climáticas que otra. Esas soluciones no crean espacios de calidad ni visualmente agradables, crean ciudades sin alma, frías, desagradables para vivir. Poca gente prefiere vivir en un barrio nuevo si le dan la oportunidad de vivir en el centro de la ciudad. Mejores servicios, mejores comunicaciones y una zona más estética.

El arquitecto debe evitar esto. El arquitecto debe aportar a la ciudad espacios que sean acogedores y agradables como los históricos pero que a su vez tengan las ventajas técnicas y constructivas de los modernos. Que los habitantes de la ciudad estén a gusto en los nuevos barrios, que no sean ciudades dormitorio llenas de bloques de ladrillo visto y calles anchas y desiertas.

Otro tema importante es la verdadera necesidad de las intervenciones. Vemos como en las ciudades surgen nuevas construcciones, nuevos barrios, nuevas calles sin acabar de verle un sentido. No se tiene en cuenta la opinión y lo que buscan los ciudadanos, que al final van a ser los que den vida y sentido a lo construido. Se crea muchas veces bajo motivos políticos o puramente económicos, sin tener en cuenta si esos nuevos espacios van a ser de calidad o ni siquiera si son espacios que demandaban los habitantes del sitio.

Así que en mi opinión, es tan importante lo que aporta el arquitecto a la ciudad, como lo que aporta la ciudad al arquitecto. Un arquitecto debe ayudar a la ciudad a crecer, aportar fundamentos prácticos y teóricos, pero nunca pasar por encima de la ciudad.