Proyecto: Urban Games 2013
Tema: Recursos
Coordinadores:
abarca
dacama
Delante de la Alhambra y el Generalife, más allá del Albaicín, se alza el cerro de San Miguel, milagrosamente preservado como espacio natural y salvaje que ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad de Granada. En su cima se encuentra la ermita de San Miguel Alto, flanqueada por dos tramos de muralla nazarí que se han conservado casi intactos durante más de cinco siglos y que coinciden con el límite del término municipal. La muralla y su entorno inmediato, únicamente poblado por higueras chumbas y pitas, constituyen un espacio verde que articula la relación de la ciudad intramuros con el territorio exterior.
Ante esta situación, en el año 2002 el organismo municipal Fundación Albaicín-Granada promueve una actuación que supone una inversión de un millón de euros, financiada con fondos europeos. Su principal objetivo es preservar el lugar para evitar que se llegue a construir en él y contener así la excesiva presión de las nuevas urbanizaciones. Para alcanzar este objetivo, el proyecto se vertebra en torno a dos grandes ejes estratégicos. Por un lado, pretende domesticar el paisaje vegetal, más que urbanizarlo; por otro lado, quiere rehabilitar la muralla y restablecer su continuidad lineal.
La recuperación paisajística del cerro de San Miguel arranca con una operación de limpieza general. Las toneladas de residuos amontonados en las cuevas de los alrededores de la muralla se sustituyen por nuevas plantaciones de higueras chumbas y pitas. Además de restaurar las fachadas de la ermita, se mejora el estado de los caminos que la conectan con el Albaicín. Así, se restauran los fragmentos donde aún se conserva el empedrado granadino y donde éste ha desaparecido se dispone un pavimento blando de tierra apisonada. Los tramos de camino con más pendiente se resuelven con escalinatas formadas por grandes bloques de piedra apoyados sobre el terreno.
En cuanto a la rehabilitación de la muralla, la brecha se rellena con un apósito que evita el contacto directo con los restos históricos y garantiza la conservación de sus muros y sus cimientos. En contraposición con la tierra amasada de las tapias originales y el ladrillo de las restauraciones anteriores, ahora se utiliza una económica fábrica de bloques de granito bruto, con dimensiones normalizadas y junta de un milímetro de mortero de alta resistencia. El nuevo muro tiene exactamente el mismo grosor que los antiguos. Sin embargo, aprovechando que su solidez estructural no depende del hecho que sea macizo, ahora el muro se convierte en una crujía que aloja un angosto pasadizo de 80 centímetros de anchura. La disposición de los bloques de granito en los paramentos exteriores de la crujía deja unos vacíos aleatorios que, como en una celosía, recrean juegos lumínicos y ofrecen una vista calada de la ciudad. En los dos extremos del pasadizo hay dos puertas que comunican los dos lados de la muralla.