Los lugares bellos que conocemos parecen haber nacido de forma espontánea, y en cambio, zonas recientemente planificadas nos resultan feas e incómodas. Si esto es así, ¿por qué planificar?

Sin embargo como bien cita Kevin Lynch, esta no es la cuestión que debemos plantearnos, siendo tal, ¿en qué grado y medida debemos planificar? ¿Dónde reside la importancia del lugar?

Se ha aumentado la cantidad de edificación, basada en una estandarización con un proceso formal de diseño que deja de lado al consumidor, al habitante. Llegando a tomar el emplazamiento como propio del azar en el que surgirán edificios independientes del lugar que ocupan.

Lo que refleja una carencia de habilidad y preparación. Y es que a veces olvidamos que “Arquitectura” es el entendimiento del lugar, tanto paisaje como sus viandantes, su cultura y sus necesidades reales.  El medio ambiente físico determina el carácter de la vida. Por eso estudiar y conocer el emplazamiento es clave para el desarrollo del hábitat, el cual se encuentra en constante cambio, evolucionando, avanzando, su densidad, forma, ritmo puede cambiar, y será la reflexión de la experiencia la que continuará modificando cada plan, sobre el devenir de las necesidades de cada usuario.

Cómo advierte Lynch el propio texto quedará obsoleto por el tiempo, pensando una arquitectura no sólo para el día de su inauguración, sino que crezca según las demandas de su habitante.