Partiendo de la idea de que no todos los lugares son iguales, destacamos que lo que nos vuelve distintos es la estructura, que hace de un espacio físico un lugar específico en el territorio.

Los ejes han sido las líneas generadoras de muchos ensanches. También podemos llamar ejes a las avenidas. Además, los ejes dan cierto sentido de centralidad y plasman el poder de las ideas dominando el entorno.

Sin embargo, vemos que la cualidad centrípeta, capilar y vertebrada que hace del espacio público un centro urbano es más deudora de una geometría de relaciones y distancias focales que de la propia simplicidad geométrica.

Por otro lado, los ejes contienen a la vez una idea de jerarquía que se impone al lugar interpretando el sitio.

En cuanto al tema del eje hoy día, parece incorporar matices arriesgados y tintes de nostalgia. Cuando aparece la traza recta en medio del caos no se sabe si se está apelando a una nueva definición de la centralidad.

Partiendo de lo anterior, nos encontramos con dos opciones extremas: construir una ciudad densa y lineal o construir un “puzzle” comprensible en el sentido de gestionable, económico y en definitiva “bello” a base de recomponer las piezas que hoy ocupan nuestro territorio. Esto último es lo que yo entiendo como manera más acertada, lo primero lo veo como la imposición del hombre frente al entorno.

Por otro lado, se debate mucho sobre la forma de las piezas y poco sobre las estructuras que las soportan: carreteras, calles, ejes viales, canales de infraestructuras… que aunque cada vez usemos más el coche, también paseamos y nos gusta disfrutar del entorno.

También se habla de la pérdida de la esencia del lugar ya que hoy es difícil identificar este “lugar” porque todos los espacios de la periferia son muy parecidos.

Otra cosa que no podemos obviar es que “si el tamaño no es la escala, eje tampoco tiene que implicar movimiento, como tantas veces se ha dicho pero sí que indica relación, y relación es dominio y compresión.

Podemos clasificar los ejes de una manera clásica o más reciente:

                De forma clásica encontramos que son líneas de fuerza, arquitecturas de enlaces entre partes del territorio, trazas ortogonalizadas que se desdoblan en sistemas de paralelas y trazas diagonales.

                De manera más reciente, definimos los ejes como líneas que a través de la visibilidad dibujan la tensión de lo habitado con el entorno, cicatrices de un pasado que han mantenido el valor singular de capilaridad, trazas monumentales, canales de tráfico, ejes pensados sobre la arquitectura de la residencia que compiten con la escala de los grandes gestos del relieve y espacios en los que el vacío es más poderoso que lo lleno para crear el lugar central.

En cuanto a la visibilidad, Rosa Barba la define como manera simple de expresar la relación entre la arquitectura y su entorno, o entre forma y estructura.

Finalmente, debemos aclarar que la función de los ejes se sitúa en el compromiso entre forma y estructura, sin obviar el valor de la escala para templar con precisión el poder de cada instrumento. Además, pueden apoyar tanto lugares singulares como ser tramos de ejes interiores. Aunque en la ciudad de hoy cobrarán más importancia los tejidos y corredores que los ejes.