En muchas ocasiones, el orden en exceso puede llegar a resultarnos aburrido. La rutina diaria y la monotonía nos agobia e incomoda, ya que el ser humano, inconformista por naturaleza, siempre aspira a nuevos cambios hacia algo mejor.  Algo parecido ocurre con las ciudades, muchas de las cuales pierden su personalidad entre grandes avenidas rectas de edificios duplicados. Kevin Lynch plantea estas ideas en su texto, poniendo en duda si realmente las ciudades que hoy planifiquemos, serán útiles para el futuro. 

 

El entorno está estrechamente ligado a la arquitectura y al urbanismo, concepto que cada vez está mas perdido debido a los grandes avances tecnológicos, que permiten planificar grandes ciudades independientemente del lugar. Es el caso de los grandes oasis árabes, lujosas megaciudades que diseñadas con cuidado para la plena satisfacción de sus habitantes, proponen soluciones para todo tipo de necesidades. Sin embargo, no todo lo que forma una ciudad está estrechamente relacionado con lo humano. El entorno evoluciona y la sociedad también, siendo la naturaleza y la historia el gran telón de fondo de nuestras ciudades. Quizás éste sea el gran problema en las nueva megápolis creadas desde cero. La personalidad se adquiere con el tiempo y planificar una ciudad es una difícil tarea si no se tiene en cuenta su evolución a lo largo del tiempo. La Alhambra de Granada ha sido objeto de copia para muchos multimillonarios, que nunca han podido reproducir con Sierra Nevada y el Albayzin.