En este texto, la autora nos habla sobre un tema muy relevante en la construcción de las ciudades: los ejes. Nos habla de evolución durante el tiempo y de cómo estos han hecho frente a diversas situaciones, como por ejemplo los antiguos trazados romanos o el ensanche de Barcelona, siendo configurados como algo más que una gran calle que atraviesa la ciudad.

La construcción de un eje urbano, no es más que el resultado del afán de dominar el territorio de las personas humanas. Estos, planean como organizar el territorio y son la antesala de la construcción de la ciudad. Son los encargados del conducir y distribuir el movimiento  y formalizan un espacio urbano característico de cada ciudad.

Su importancia, como nos enseña la autora de este texto, es la clave para la comprensión de la ciudad. Bajo mi punto de vista, pienso que estos ejes se apoyan en la mirada. Los seres humanos sentimos fascinación por cualquier alineación de varios objetos. Son estas las que otorgan significado tanto al objeto lejano como al observador: La mirada es un filtro que traza una línea entre el observador y el objeto. La alineación intuye la  línea de contacto de un eje entre uno mismo y el objeto distante. Considerando la arquitectura como identificación del lugar, un eje establece un contacto entre lugares. Este era uno de los medios de que se valían los arquitectos de la antigüedad para conectar los lugares con el entorno, definiéndolos como elementos de una matriz que concentraban en determinados lugares sagrados, y aunque actualmente hayan perdido esa función, son la ayuda que el ciudadano necesita para percibir la ciudad de mejor forma.