Espacio público por doquier, por aquí y por allá. Cuando no se sabe que uso otorgarle a algo, se le denomina espacio público. Esto es lo que Manuel de Solá quiere mostrarnos en este texto, el cómo el espacio público es el que se encarga actualmente de albergar una actividad concreta, y no espera a que el uso de las personas que lo rodean sean las que otorguen esta actividad.

Manuel de Solá se atreve a clasificar los proyectos de espacio público en 4 tipologías diferentes: las que ordenan, meramente funcionales, las que aumentan el ámbito del espacio público, de cierto carácter tecnológico, las que colectivizan, de valor artístico y las que inventan, de carácter artístico. Esta clasificación que forma responde a la manera que cada persona afronta el reto del proyecto de espacio público.

Bajo mi punto de vista, siempre pienso que cada espacio es un mundo diferente, y que este mundo es entendido  de una manera o de otra dependiendo de la persona a la que se haga frente. Cada uno concebimos de forma diferente las cosas, y eso es lo que nos hace especiales. Si conseguimos, como bien dice el autor proyectar espacios más diluidos, que no estén cerrados y que sea el mismo ciudadano el que le otorgue su valor, estos espacios serán un pilar que sustente la ciudad, mientras que si nos dedicamos a copiar espacios modélicos de otros lugares que funcionan aceptablemente, no nos estaremos dando cuenta de lo dicho anteriormente y posiblemente fracasarán. ¿Qué cómo se haría esto? Es algo complicado el plantearlo como solución en vez de como problema, pero en el equivocarnos una y otra vez seguramente estará la clave para acertar.