¿Qué es lo que hace a una calle especial? Por lo común, siempre buscamos en una calle ese matiz que la hace especial. Ascher con este texto nos quiere poner en situación y enseñarnos como antiguamente la calle se concebía como un caos equilibrado, donde tanto el viandante como el transporte convivían en armonía bajo la misma superficie no diferenciada, y que, actualmente, con el impulso de los nuevos transportes, ya sean privados, públicos, de motor… la calle ha cambiado su aspecto. Ya no forma parte de un caos, esta regularizada, separada en vías. ¿Empobrece o engrandece esto a la calle?

Bajo mi punto de vista, me resultan más agradables aquellas calles donde todo convive como un único elemento. Donde los coches deben abrirse paso a través de las personas que la transitan, que entran y salen de los comercios. Mientras escribo esto el claro ejemplo que se me viene a la cabeza es claro: Si alguna vez has paseado por el Albaicín y sus estrechas calles se entiende mejor esta sensación. En sus estrechas calles, la comunión entre elementos es casi envidiable. Da igual el medio que utilices, seas peatón, coche, motocicleta… que la convivencia entre estos elementos va a ser igualitaria siempre. No existen los carriles aunque aparentemente aparezcan reflejados, y aquí es de donde erradica su magia.

También el autor trata de diferenciar entre calle multifuncional, entendida como aquella donde confluyen diferentes usos y flujos y entre calle mono funcional, entendida como la destinada con un único uso, y me hace situarme en el mismo punto de vista anterior:  cuanto más se especialice una calle, más perderá con el paso del tiempo. Bajo mi punto de vista, la calle es, fue y será un lugar de roce.