Se trata de una entrevista a Manuel de Solá-Morales, prestigioso arquitecto autor entre otros del “Moll de la Fusta” y parte de una familia de arquitectos con una íntima relación con la ciudad de Barcelona.

            Comienza hablando de sus últimos proyectos: la Bienal de Venecia y la Expo de Zaragoza. Respecto al primero, critica la postura del Director de la Bienal como anticuada, al reducir la arquitectura a especulación intelectual. Respecto al segundo, de Solá-Morales afirma que en Zaragoza ocurrió algo parecido a lo que pasó en Sevilla, que se desaprovechó la oportunidad de hacer ciudad al generar un vacío innecesario. Habla, sin embargo, con gran pasión sobre el proyecto realizado en el puerto de Barcelona y lo etiqueta de gran desafío.

            Cuanto se le pregunta por la debatida crisis del urbanismo, presenta una visión optimista. A pesar de que afirma que últimamente aparecen pocos proyectos buenos, defiende que hoy en día se tienen muchas más posibilidades de hacer buena ciudad que hace un siglo. Opina que el arquitecto debe materializar la condición urbana y darle sentido a la ciudad. Para ello el arquitecto debe interesarse más por la piel de las ciudades, entendiéndola como lo que se palpa de una ciudad para poder comprenderla, y pone como ejemplo las esquinas, concebidas como un punto de encuentro más que un elemento distorsionador. Apoya la arquitectura que emociona frente a la arquitectura selectiva, de marca, y que se implanta forzosamente.