Vivimos en un mundo en el que todo está planificado, desde las calles y avenidas hasta los espacios verdes y los caminos del extrarradio. Deberíamos plantearnos en qué grado y medida debemos planificar la ciudad. Pero, ¿Cómo medimos el grado de planificación? Esto nos puede llevar a crear espacios que no funcionen, que no se ajusten a las necesidades de la población  y no debemos de olvidar que el fin del urbanismo es resolver los problemas que existen en la ciudad y que padecen sus habitantes.

Un tema que plantea Lynch es si el ambiente condiciona o no el carácter de las personas y en mi opinión sí que interviene, las personas nos adaptamos al medio en el que vivimos si el ambiente de tu hábitat es un ambiente es frio como en países nórdicos en donde la mayor parte del tiempo se pasa en la vivienda propia esto te lleva a aislarte un poco de la sociedad y a desarrollar un carácter solitario. En el extremo opuesto, un lugar donde el clima propicia a hacer vida en los lugares públicos y a socializarse esto llevará a que tu carácter sea más abierto a conocer gente.

Otro tema que se enuncia es que toda zona tiene un pasado, y un futuro en el cuál nosotros solo hacemos una pequeña intervención. Esto quiere decir que debemos de planificar teniendo en cuenta el pasado y como ha ido evolucionando hasta nuestros días pero también pensando en el futuro,  pensando que nuestra intervención no va a quedar inmóvil para siempre sino que debemos de dar la posibilidad a otras generaciones de intervenir en ese espacio que hemos planificado dando respuesta a las nuevas demandas de la sociedad.