La ciudad no está hecha para la escala humana, clama el documental.

Y ciertamente, es lo que refleja el urbanismo actual. Como se refleja claramente en el documental, las ciudades han dejado de ser para las personas, para pasar a ser del tráfico y del transporte; en especial de los coches que inundan nuestras calles. La calle peatonal ahora es un elemento en peligro de extinción y no nos hemos dado cuenta hasta que el daño parece ya irreparable. ¿Qué sería de nosotros si las calles se dieran a la gente, al espectáculo popular y espontáneo? Simplemente seríamos más humanos, más conscientes de lo que nos rodea.

Como dice uno de los entrevistados, cuando dejemos de vivir y de pasear la calle, ya no seremos humanos, estaremos tan mecanizados como nuestro ritmo de vida actual y habremos dejado atrás la parte más coherente e importante de nuestra persona.

Lo cierto es que el problema no es fácilmente resoluble, sino más bien plantea un conflicto de intereses que nos enzarzaría en una disputa de proporciones épicas sobre qué dejar y qué hacer de las personas. Y lo peor es que no hay manera de cambiar esto porque ya está construído, y la gente se ha habituado y ha hecho sus formas de vida en torno a los mastodontes mecánicos que nos circundan. 

Fotografía: cartel promocional de la premiere del documental The Human Scale