Christopher Alexander escribe en su texto sobre las dos tipos de ciudades, que son la ciudad natural que surge de manera espontánea y la ciudad árbol que surge de manera planificada. El primer punto de distinción es la manera de enfrentarse al lugar, una lo tiene en cuenta y otra no. En el caso de la ciudad natural no existe orden y tienen aspecto más funcional que las ciudades modernas que siguen un esquema de usos divididos. La ciudad árbol dispone de elementos que están contenidos unos dentro de otros o están separados. Esto hace que todas las funciones de la ciudad sean independientes y hace que la ciudad tenga falta de estructura. Sino, la ciudad no árbol tiene funciones entrelazadas que se combinan y forman un conjunto y su organización se caracteriza como semireticula, porque cuando se combinan distintos conjuntos de elementos, los elementos comunes entre el conjunto forman también parte del conjunto. Con diferente ejemplos simples se intenta explicar en el texto que nuestro cerebro funciona de una manera que permita simplificar las cosas y  enlazarlas usando tipologías, clasificaciones y jerarquías. Esto nos permita ver que realmente nosotros percibimos la ciudad como una ciudad árbol aunque no lo sea la ciudad que vivamos y resulta que es más fácil crear una ciudad con  esquema de árbol. El escritor menciona varios ejemplos de tipologías de ciudades. Por ejemplo, en el caso de Ortigia que tiene origen griego, la ciudad creció de una forma natural y de esta manera existe el efecto que las distancias se disminuyen y los elementos parecen más cerca de lo que están. Las ciudades contemporáneas son lo contrario, no dan una imagen cercana ni familiar, hacen que la gente se aleja entre ellos y de la ciudad en sí. Las funciones aunque estén agrupadas finalmente no nos ofrecen calidad de vida. Entonces, se destaca que aunque es más fácil agrupar los elementos y construir ciudades árbol no es lo correcto partiendo de nuestra vida en sí. No solemos jerarquizar las cosas de manera aislada, sino todo esta entrelazado y realmente es lo que permita que tengamos una calidad de vida mejor y mucho más interesante. El cuadro de Simon Nicholson es un ejemplo, ya que aunque parezca que la disposición de los elementos se ha hecho de manera arbitraria es justo lo contrario, donde se ocultan formas, planificación y significados. Una ciudad en definitiva debe preocuparse por la comunicación de sus habitantes y que cada uno sea parte de muchos conjuntos enlazados entre sí.