El texto comienza lanzando una idea que invita a reflexionar sobre la condición de planificar el sitio. Se habla de que los sitios bellos, como pudiesen ser las zonas históricas de las ciudades, aparentemente no surgen de una planificación estricta, sino más bien lo hacen de una forma casi espontánea. Sin embargo, las áreas que han surgido a partir de un proceso de planificación más exhaustivo, parecen carecer de belleza. Si bien se hace una aclaración, ya que se especifica que todo modelo atiende a un proceso de planificación (aunque este sea a base de ideas fragmentarias y dispersas), también en el caso de estos lugares bellos. Es por tanto que el texto no asocia propiamente la belleza o falta de esta a la planificación, si no más bien a un uso irracional de la misma ( bien sea por exceso, por defecto, por automatismo etc).

Esto es, “ la cuestión no es si lo sitios deben ser planificados o no, la cuestión es en que medida deben serlo”

Uno de los principales problemas que deriva hacia una mala planificación es la falta de consideración con el sitio y la situación. El emplazamiento o el sito no debe ser una componente menor del proyecto, contemplada como un lugar en el que implantar un modelo previamente desarrollado, debe ser uno de los primeros factores del proyecto. “El sitio es un aspecto fundamental en nuestros ambientes”, condicionara la vida a nivel individual y comunitario y transcenderá generaciones.  Ambiente y sociedad están interrelacionados “ uno no puede predecir la naturaleza del hombre por el paisaje en que vive, pero tampoco puede predecir lo que sentirá o querrá hacer sin conocer su paisaje”.

A la hora de planificar un sitio se hace necesario tener en cuenta una serie de valores:

Por un lado las personas, para que grupo de personas se va a planificar y que esperan estás personas de el sitio, por otro el sitio propiamente, es decir, no todos los sitios son aptos para todo tipo de personas.

Cada sitio, tiene unas posibilidades y unas limitaciones. Cuando se pretende planificar un sitio, en una situación ha de atenderse a estas características intrínsecas ya que cualquier planificación tiene inevitablemente una continuidad para con las mismas, de este modo se hace necesario establecer unos objetivos, unos criterios de actuación que posicionen las decisiones a tomar teniendo en cuenta la experiencia que ya se tiene en situaciones pasadas.

Bajo nuestro punto de vista, el texto tiene mucho sentido, ya que es perfectamente reconocible esta sensación por ejemplo en las periferias modernas de las ciudades. Es aquí donde encontramos planificaciones sin sentido, que anulan la capacidad de la ciudad para dotarse a si mima de una identidad, de una condición de lugar, apareciendo barrios y arquitecturas realizadas por patrones repetidos en cualquier parte del mundo y no asociables concretamente a ningún sitio.

Parece ser que la modernidad supo dar respuesta a la necesidad de crear ciudades funcionales (otra cosa muy distinta es que estas ciudades se hayan realizado) pero sin embargo no resolviese de forma tan acertada la manera de dotar al sito de una identidad propia, de una capacidad para autocualificarse. Debido a unos sistema de planificación posiblemente demasiado rígidos la ciudad en ocasiones no termina de alcanzar su “genius loci” . Esta cualidad que las ciudades históricas sin embargo parecían alcanzar a través de procesos no planificados, sino a través de intereses y decisiones aparentemente disasociadas, pero que a través de una visión de conjunto respondían a un interés común, no se ha conseguido reproducir aún. De modo que en nuestra opinión el movimiento moderno trajo algo muy bueno como fue la planificación necesaria de las ciudades para hacer que la vida contemporánea funcionase en estas, pero actualmente se hace imprescindible evolucionar este sistema de planificar (como viene pasando en las últimas décadas) debe liberarse en cierta medida esta planificación atendiendo a las posibles condiciones que puedan aparecer en la ciudad y que deberán moldearla por tanto.

Jose Pérez Garrido

Judit Albiñana Ruiz

Rafael López-Toribio