El texto hace una crítica a la ciudad de hoy en día, comenta que el espacio público ha llegado a ser ocasión de relleno y de transformación, destancando las formas y geometrías planimétricas, linealidad repeticiones, la arquitectura a cota cero, ocupando los terrenos con libertad.

"Algunas actuaciones son reformar espacios anticuados, para darles formas innovadoras", estas actuaciones muchas veces sin ser necesarias por el gran interés en lo público dando a lugar resultados involutivos, y obras que pierden el sentido ya que son fruto de la copia y la repetición, a veces de las modas e incluso del derroche  económico convirtiéndose el suelo público en "una página en blanco para el lucimiento personal del proyectista", dándole más importancia a innovar que a la función en sí.

Aún así, como menciona el texto, las ciudades han adquirido una alta calidad, los ciudadanos están satisfechos de las intervenciones convirtiéndose en una disciplina cultural reconocida. Las calles, plazas, monumentos son sentidas como propias por los vecinos, por ello son objeto de opinión ciudadana.

También comenta el concepto de urbanidad calificándola como calidad de los lugares significantes de contenidos colectivos y políticos en su misma forma material. Por último la importancia de la materialidad no solo como factor visual para comprender la configuración del espacio sino también el tacto consiguiendo mediante sensaciones transmitir la idea.