Fue con la Gran Exposición de 1851 con la que, según los estudiosos, se iniciaría la <<sociedad del espectáculo>>. Una sociedad que no ha dejado de crecer y demandar la apropiación de innumerables cosas, hasta llegar al punto de adueñarse de las ciudades.

Es en este artículo de José Fariña, mencionando el trabajo de Itziar Echebarrieta, donde se comenta la situación que vive la ciudad de Oporto. Una ciudad que pasa de mantener una economía basada en el comercio e intercambio de mercancías a ser dependiente del turismo, lo que conlleva una posible inestabilidad causada por las modas y los rankings de <<destinos del año>>. Además de un pérdida de identidad para que el turista se sienta como en casa, con la maravillosa justificación de <<las grandes ciudades cosmopolitas del mundo se parecen entre sí>>. Otro aspecto sarcástico del documento es que los visitantes viajan a Oporto por su singular cultura y regionalismo, los cuales se han perdido o están perdiendo de la ciudad a causa de esta bruta apropiación, ya que la comunidad que forma la ciudad se ve desplazada de su hogar, siendo éstos los mayores perjudicados; tienen que ver como sus hogares son ocupados por fantasmas y ellos se marchan a otros puntos de la ciudad debido al encarecimiento de las zonas céntricas.

La cuestión radica en la voluntad del hombre, en las ansias de poder a toda costa. No se tiene en cuenta al habitante real. ¿Quién vive la ciudad? Si se mejora la calidad de vida de sus habitantes, ¿por qué no se iba a mejorar directamente la de los habitantes temporales?