En este texto la autora nos diferencia desde el principio dos tipos de ciudades, haciendo una crítica a las ciudades que se organizan con un trazado geométrico en forma de retícula predispuesto que ha sido colocada en un lugar.

En mi opinión el trazado de una ciudad debe de estar sometido principalmente a la topografía del lugar, un ejemplo de este condicionante lo podemos ver en el Sacromonte de Granada donde el sentido de  las vías  "sigue" la forma de las curvas de nivel y hay pocas calles transversales por la incomodidad de su gran pendiente.

También los ejes de las ciudades tendrían que adaptarse a necesidades humanas. El tiempo es un factor muy importante cotidianamente lo que implica que las calles se tracen con una distancia asumible; olvidarse de los largos recorridos mecánicos ortogonales y escoger trazas orgánicas que sorteen edificios, comercios... que hagan el recorrido más ameno y menos monótono.

Por último también deberían perder relevancia los automóviles y hacer vías más cómodas para los peatones u otros medios como bicicletas. Aumentar las reducidas aceras de 1 metro de ancho por las que un gran flujo de gente va andando en fila de uno solo para tener más número de carriles para los coches.