El fragmento a comentar se compone de diferentes puntos diferenciados, que analizaré pormenorizadamente.

Me llama la atención, al inicio, cómo comenta que este neourbanismo es el que se está desarrollando principalmente en el mundo occidental. Ante esta afirmación no puedo sino preocuparme, y es que son los países en vías de desarrollo que conforman economías emergentes, principalmente asiáticos, los que están necesitados de este nuevo urbanismo. Se trata de un tema casi personal, puesto que en mi gurpo me ha tocado desarrollar un proyecto de intervención para la ciudad de Bangkok, en Tailandia, lo que me ha hecho consciente de estos problemas. Por lo tanto, las soluciones deberían de ser universales.

Pasando a los diferentes puntos que se desarrollan, el primero me parece especialmente importante, y es que está bastante en sintonía con lo que llevamos comentando desde los primeros textos del curso: ante problemas de gran escala que podrían asustarnos, no podemos pretender soluciones también a una escala tan grande, que parezcan inabarcables. Ese neourbanismo consistirá en intervenciones puntuales que mejoren la habitabilidad y la urbanidad de un espacio a pequeña o mediana escala. Esta es la estrategia desde la que hemos abordado nuestro propio proyecto, y lo que desde mi punto de vista es lo más útil par poder desmenuzar cada problema.

También el segundo tema es algo que hemos comentado varias veces. Y es que nuestras intervenciones no son definitivas. Es cierto que un proyecto de urbanismo generalmente perdurará más en el tiempo que una mera pieza arquitectónica, pero también se trata de un campo en el que no actuamos solos, y lo que nosotros hagamos es solo una pequeña pieza de un mecanismo mucho más grande. Esto nos tiene que quitar el miedo a intervenir y a querer tener todo planeado desde el principio. Un urbanismo reflexivo remite a un urbanismo en constante revisión, incluso dentro de la propia ejecución de un plan.

Los tres puntos siguientes (precavido, participativo y flexbile), opino que se podrían agrupar en un solo comentario. Y es que, en definitiva, se trata de establecer unos objetivos a resolver que emanan de los propios usuarios del espacio en el que intervenimos, y por lo tanto éstos también deben de ser partícipes de las soluciones, proponiendo y debatiendo. Además se debe preveer como un urbanismo de efecto catalizador, que revierta sobre estos usuarios y las actividades que ya desempeñan, favoreciéndolas y dando lugar a otras nuevas, a la vez que inspirando intervenciones futuras que progresivamente mejoren el entorno.

Los tres últimos puntos, también agrupados, remiten a aspectos más formales o estéticos. Y es que puesto que se trata de un urbanismo donde tanto los usuarios, como los agentes que intervienen y desarollan el proyecto son plurales, las soluciones también deben ser plurales. Esto dará lugar a una ciudad menos aburrida y más diversa y estimulante.

La conclusión, en mi opinión, lanza una llamada a nuestro propio proceso de aprendizaje: debemos tomarnos en serio las lecciones de urbanismo, porque todos estos nuevos retos requieren de muchos más conocimientos y experiencias, lo que se traduce en que los propios arquitectos debemos intensificar nuestra labor e involucrarnos más en el planeamiento del territorio desde un punto de vista más cercano y democrático.