El texto deja de manifiesto la importancia de los trazados y los tejidos urbanos. Pasando por diferentes puntos, va analizando las relaciones de cada uno con el territorio, con los lugares, los hitos. Expone la complejidad de esta operación, que no se limita a la simple creación de un itinerario, sino a la total exploración de los elementos que lo conforman, y la importancia en la que estos se conforman, tanto formal como funcionalmente.

De esa forma, surge una pregunta clave, ¿qué se crea antes, los lugares o el camino? Sería similar a la paradoja del huevo o la gallina. Los lugares entendidos como puntos focales, hitos de potencialidad, crean una tensión entre ellos que se resuelve mediante un itinerario que los conecta. A su vez, la creación irremediable de los itinerarios deja expuestos nuevos lugares de potencialidad, encrucijadas, cruces de vías, elementos topográficos, etc. Por tanto la operación de trazar se compone de estos dos términos, sin ser uno prioritario a otro. Lugares y camino, itinerario e hitos, están implicitos en la acción de trazar. Las relaciones entre ambos crearán la ciudad, el espacio urbano.