The Human Scale

El daño que ha hecho la segunda revolución industrial (y la primera claro) tanto al planeta como a nuestras formas de vida es impresionante. Nos dejamos seducir por aquella máquina de cuatro ruedas que nos trasladaba largas distancias en poco tiempo y que acabamos imponiendo en nuestras vidas, para modificar y adaptar, a este novedoso invento, nuestras ciudades y vidas.

El planeta se llenó de vías, autovías, autopistas y carreteras. De pronto, aparecen un montón de venas y arterías recorriendo los territorios del planeta, comunicando lugares y personas… pero que finalmente, no funcionan. Están atoradas, como si La Tierra se hubiera atiborrado de comida basura durante siglos y ahora estuviera pagando las consecuencias con colesterol en sus vías y reclamos de un infarto. Nos hemos convertido en eso, en el mal que está matando el planeta, el lugar en el que vivimos y convivimos. El siglo XX fue un siglo de reflexión y fascinación, pero también de extravagancia y descontrol, que dio paso a un siglo XXI muy distinto, que ha cambiado mucho. Aún no sabemos si este cambio es a mejor o a peor. Una parte de la sociedad es consciente de los cambios que hay que realizar para mejorar y esto se ve reflejado en los cambios de vida de las personas, de pensamiento y en la modificación de sus hábitats. Es ahora cuando buscamos o debemos buscar solucionar el problema del aturrullamiento, de la infelicidad y la vida angustiosa de las ciudades para convertir nuestras comunidades en lugares armoniosos donde sobre todo prime el respeto y la naturaleza, que es el vínculo más sagrado que tenemos con la vida.

Calles Compartidas

Lo que realmente me sorprende de este concepto es lo cegado que hemos estado todos con la idea de avance, de crear grandes ciudades y de imponer el automóvil como la panacea y futuro.

Me indigna, en cierto sentido, que se propongan las calles compartidas como algo novedoso, superingenioso y <<chic>> cuando no es más que una calle de pueblo. Donde me crié existen las calles compartidas desde hace, por lo menos, cuarenta, cincuenta años (desde que llegó el primer automóvil). Las personas realizan sus quehaceres, se mueven por el pueblo, los chavales juegan y corretean y los coches pasan, se esperan a que los chiquillos se aparten y luego prosiguen. Aquí no se impone el automóvil ni el peatón, hay un cordial respeto entre la máquina motora y los humanos gritones.

Al menos es apreciable que las calles de pueblo se planteen para las agitadas ciudades y se pretenda conseguir que éstas sean lugares más apacibles y desintoxicados.

Pd. En clase una vez hablamos sobre la circulación de los vehículos sin señales de tráfico y se comentó alguna que otra ciudad europea como pionera (creo que era Holanda) y sin ir más lejos tenemos a nuestra oriental, atrasada y fabril India (sarcasmo), donde sus habitantes se desplazan ignorando las reglas de circulación, lo que la hace similar a la novedosa ciudad europea. La tasa de accidentes de tráfico por habitante en La India es inferior que en países europeos (Informe de accidentes de tráfico 2010 de la OMS).

Superblocks

El tema de las supermanzanas es algo que hemos visto y comentado en otras temáticas del curso. Lo que me recuerda este artículo es al Plan de Ensanche de Barcelona de Cerdá, donde planteaba manzanas configuradas por dos filas de viviendas con una banda central vacía que funcionaba como jardín/ zona de escape. Esta tipología se iba intercalando en el eje vertical y el horizontal. Además había fábricas o pequeños locales fabriles en las zonas bajas de las manzanas. Cerdá planteaba toda una comunidad bien articulada y funcional. Así que estas propuestas de <<superblocks>> que se comentan me recuerda mucho al plan original de Cerdá (que llevado a la ejecución fue modificado) llevado a la actualidad. También hay una intención muy fuerte de alejar el coche de los ciudadanos. Ahora parece que el coche es lo peor y tiene que desaparecer, pero… todos tenemos uno.