Se prevé que en la Bogotá del futuro próximo, como en la mayoría de las ciudades del mundo, la brecha social se hará cada vez más profunda. Tanto, que para 2038 Bogotá quedará prácticamente “restringida”; solo accesible para aquellos con recursos económicos suficientes, quedando por tanto jerarquizada. Apartando al resto de ciudadanos de condiciones económicas humildes a las afueras o pueblos circundantes.

Por otro lado, Bogotá está construida en su mayoría sobre humedales y algunas zonas ya han sufrido serias inundaciones. Quizás el terreno quede inservible en un futuro.

Nuestra propuesta de utopía pretende en primer lugar, colaborar para evitar que la exclusión social ocurra, y evitar el desplazamiento de ciudadanos a las afueras. Para que todos tengan igual oportunidad de vivir la ciudad de Bogotá planteamos estructuras en las alturas, compactas. En estas estructuras se proyectan viviendas que se articulan en torno a núcleos de comunicación, integrando microcomunidades para evitar una individualización de los habitantes. Estás piñas verticales son más densas en la parte baja para dar un carácter más pesado y se van aligerando conforme ascienden, es decir, el número de viviendas/ microcomunidades disminuye. Estos ejes se conectan de forma horizontal mediante espacios de reunión, como parques, colegios, espacios comunitarios y diversos equipamientos. La altura, al aumentar la densidad, deja más espacio libre disponible, y por tanto, más ciudadanos caben en nuestra ciudad.

Las características topográficas anteriormente expuestas contribuyen o justifican las alturas que se proyectan en nuestra propuesta: pues las estructuras se anclarían al terreno como pilotes que respetan, no interfieren, con las manzanas preexistentes que se desarrollan a altura de rasante, de esta forma toca el terreno levemente y se disponen a disfrute de toda la ciudad, no solo de los habitantes de la macrocomunidad.

Por otra parte, tampoco podríamos concebir una ciudad del futuro sin unirnos al cometido que plantea la sostenibilidad: así en las comunicaciones horizontales se plantean zonas verdes que ayudan a filtrar la susodicha contaminación y de la que se espera un impacto positivo llevando la biodiversidad a estas grandes alturas.

En última instancia, abordamos la movilidad de forma aérea con un sistema tubular, donde un monorraíl reducido (capacidad de 2-8 personas) comunica las macrocomunidades con otras e incluso desciende al suelo para facilitar la comunicación con la ciudad preexistente, además de que así todo ciudadano pueda aprovechar esta ciudad utópica.

Idea inicial

Evolución de la idea